Guernica y la representación abstracta del terror
Esta es una cápsula sobre Guernica y sobre su vida posterior. Sobre sus viajes y su composición. Sobre lo que implica, a día de hoy, pararse a mirar Guernica. Esta cápsula no es un repaso ordenado de la vida del cuadro, ni de sus significados, ni de la vida de Picasso: es simplemente una hipótesis sobre la representación del terror a partir del testimonio de los comisarios de Piedad y Terror en Picasso y de la documentación para el microsite sobre Guernica en la web del Museo Reina Sofía. Se organiza en tres temas: el bombardeo, los viajes y el cuadro, planteados a partir de pequeños relatos que tratan de comprender el valor icónico de este objeto.
Produce © Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (con contenidos musicales licenciados por SGAE)
Transcripción
La tarde del 26 de abril de 1937, varios aviones de la Legión Cóndor alemana y de la Aviación Legionaria italiana lanzaban bombas sobre el pueblo de Guernica.
La Legión Cóndor iba equipada con 17 Dornier Do alemanes, un modelo previo a los Stuka que, como estos, llevaba una bocina que al descender en picado para el bombardeo producía, por la fricción contra el aire, un sonido muy característico que tenía el objetivo de causar terror.
- Guy Hamilton. Battle of Britain. UK (1969)
- Moondog. «Log In B» en The German Years 1977-1999. Roof Records (2004)
Se cuenta que, debido a que el ataque tuvo lugar en dos momentos, buena parte de la población de Guernica se escondió en el bosque y bajo tierra, por lo que debemos imaginar que, de entre los árboles y los refugios, salieron los testimonios que alertaron a la comunidad internacional. George L. Steer escribió en el Times en 1937 que:
Este bombardeo fue fruto de la colaboración del bando sublevado con las potencias fascistas que durante la Segunda Guerra Mundial formarían parte de parte de las Potencias del Eje. En 1937, cuando el gobierno republicano aún mantenía la esperanza de pedir ayuda contra el fascismo, Pablo Picasso, movido por las noticias de la prensa inglesa y francesa sobre el bombardeo, respondía al encargo del gobierno pintando un mural para el pabellón español de la feria internacional. El cuadro tuvo éxito. La causa, no tanto.
Picasso había dudado sobre el tema. Se cuenta que, desde enero, el artista no encontró razón de ser para el encargo, hasta que a principios de mayo, después del bombardeo del 26 de abril, comenzó a pintarlo. Finalmente el mural se instaló en una de las paredes del pabellón español, un edificio que funcionaba en sí mismo como una máquina de propaganda diseñada por Josep Renau. Frente al Guernica, un cuadro perdido de Miró y, entre ambos, una fuente de mercurio de Calder con el nombre de Almadén en referencia a las minas del mismo material, fuente de la riqueza republicana y amenazadas por el avance del ejército fascista.
Esta es una cápsula sobre este cuadro, sobre su vida posterior, sobre sus viajes y sobre su composición. Sobre lo que implica, a día de hoy, pararse a mirar el Guernica. Es una cápsula para el Canal Inaudible de la Radio del Museo Reina Sofía que parte de la exposición Piedad y terror en Picasso. El camino a Guernica, en la segunda planta del museo entre el 5 de abril y el 4 de septiembre de 2017.
- Alfonso Cuarón. Children of Men (2006)
- Karlheinz Stockhausen. «Gesang Der Jünglinge» en Gesang Der Jünglinge - Kontakte. Deutsche Grammophon (1963)
Los hijos de los hombres es una película postapocalíptica estrenada en 2006 que se sitúa en un futuro en el que ya no nacen nuevos seres humanos. La mayor urgencia de la población es escapar, aunque no se aclara muy bien de qué.
En ese trasiego desmesurado de refugiados, un organismo gubernamental británico almacena las obras de arte de la humanidad de manera similar, aunque a otra escala, a cómo la Segunda República Española protegió el patrimonio artístico durante la Guerra Civil en la campaña dirigida por María Teresa León, Rafael Alberti y Josep Renau. Además del David de Miguel Ángel, en la película se ve el Guernica, a cuyo hipotético escenario ha llegado tras uno de sus penúltimos viajes. La advertencia es clara: si no tenemos algo de cuidado, el viaje que realizó el mural desde Nueva York a Madrid en 1981 podría no ser el último.
- Midori Takada. «Catastrophe Σ» (1983) en Through The Looking Glass. We Release Whatever The Fuck We Want Records (2017)
Picasso nunca aceptó la invitación de viajar a España. Su nombramiento como director honorífico del Museo del Prado en 1936 sería una más de las campañas de propaganda que quisieron aprovechar la figura del artista.
En aquel momento la propaganda se enfocaba al extranjero buscando la defensa de la República. En las embajadas de París y Londres se publicaban folletos sobre la destrucción del patrimonio artístico y durante la exposición del 37 en París:
Como parte de esas maniobras de propaganda el cuadro viajó y mucho. Una serie de trayectos en los que el lienzo y la pintura se irían erosionando a un ritmo inaudito mientras el significado de sus formas y de sus imágenes se iban sobredimensionando, pese a que, como decía Picasso:
En 1938 el cuadro viajó a Oslo, Copenhague y Estocolmo. Estamos hablando de uno de los cuadros más grandes del s. XX viajando enrollado, sin tener en cuenta cuestiones de conservación, a lo largo de miles de kilómetros por motivos no sólo artísticos, sino muchas veces políticos. Al poco de llegar a Estocolmo, desde el otro lado del Atlántico se iniciaban las gestiones para la exposición que iba a realizarse en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
En enero de 1939 el mural viaja a Londres, donde el Comité de Ayuda del East London (East London Aid Spain Committee) organiza una exposición de Guernica y sus dibujos preparatorios. Esta asociación había estado activa desde 1936, cuando envió a personas del cuerpo médico a las filas de la guerra civil española. El propósito de la exposición era recaudar un millón de peniques para enviar un barco de alimentos. La muestra tuvo lugar en la galería de la Whitechapel y en su primera semana alcanzó un número de 15.000 visitantes.
Antes de ser depositado en el MoMA aún hizo otra gira por Norteamérica con la Campaña Española de Ayuda a los Refugiados (Spanish Refugee Relief Campaign). Pasó por Los Ángeles, San Francisco y Chicago. Entre sus lemas estaba «El pueblo español luchó por ti» (Spain’s people fought for you), en alusión a la lucha para frenar el fascismo que tenía lugar en España, presagio de la Segunda Guerra Mundial.
El cuadro, que surgió como un objeto artístico y político, midiendo los límites de la propaganda, comienza en estas fechas a ser un poco más obra de arte con su llegada a Nueva York. Alfred Barr, entonces director del Museo de Arte Moderno, coloca el Guernica entre los otros Picasso, como una culminación personal del autor.
Aún le quedarían varios viajes a lo largo de la década de los 50. En 1954 viaja a São Paulo, en 1955 a París y a lo largo de 1956 pasa por Múnich, Colonia, Hamburgo, Bruselas, Ámsterdam y Estocolmo. Cuando el Guernica se deposita después de todo esto en las salas del museo neoyorquino a finales de los años cincuenta, ya se había convertido en un hito estético que permitía a los norteamericanos imaginar una genealogía para el expresionismo abstracto y, en cierto modo, ahondar en un análisis formal del cuadro.
Tras tantos viajes el estado del mural era penoso, por lo que los conservadores del Museo de Arte Moderno de Nueva York deciden aplicar una capa de encáustica, es decir, de cera, al reverso del lienzo. El «último viaje», que así se le ha llamado, fue el realizado desde Nueva York hasta Madrid para ser colocado en el Casón del Buen Retiro en 1981, hasta que llegó al actual Museo Reina Sofía. Al desenrollarlo se pudo ver el deterioro aún mayor producido por la encáustica.
De entre todas las historias de la llegada a Madrid, quizá valga la pena recordar el testimonio de José Lladó:
No era la primera vez que el estado español trataba de importar el mural para despolitizar e instaurar una imagen de concordia y paz.
- Luc Ferrari y Brunhild Ferrari Programme Commun (1972) en Programme Commun Sub Rosa (2012)
En 1966 Carrero Blanco trató de ejecutar la maniobra, a lo que Picasso, como es bien sabido, se negó. No habría Guernica sin «derechos fundamentales». Y así, con la Transición, que sobrevino atada y bien atada al franquismo, el Guernica se deposita en el Casón del Buen Retiro, antigua sede del museo del Prado, protegido por un cristal antibalas. Antonio Saura escribió que:
Es complejo hablar de Picasso desde los sonidos. Aunque es cierto que realizó cortinas para los ballets rusos de Diaghilev y que su obra cubista está plagada de guitarras, el lenguaje de Picasso, o la manera en que tiene de hablarnos sobre él, es sobre todo mirada. Sólo hay un ejemplo de su voz anunciado como la única entrevista para la televisión y sería la primera vez que muchas personas escucharan su voz si no fuera porque todo lo que se refiere al pintor está sujeto a derechos de autor que impiden reproducirla en esta cápsula. Así que como no hay sonidos referidos directamente a Picasso, o a la exposición que nos ocupa, vamos a intentar contar la historia a partir de un relato que no debe ser tomado al pie de la letra.
Comienza con el paseo del famoso filósofo y, no tan conocido, músico Theodor Adorno. Theodor pasea por la calle cuando comienza a escuchar el sonido que sale por las ventanas de distintas casas y que reproducen música en radios y gramófonos. Adorno no termina de disfrutar de esta sensación. El sonido de la música se ha salido de su lugar y su escucha queda irremediablemente banalizada.
Dice T.J. Clark que Picasso está del lado de Adorno en cuanto a los lugares para la contemplación y la habitabilidad, y en esta historia de dentro y de fuera hay una línea para entender el cuadro. La clave, nos explica Anne M. Wagner, está en la electricidad.
Los artistas de la generación de Picasso estaban obsesionados con el cine. Quizá sea a través del cine, la electricidad y la espectacularización como se puede comprender el cuadro. La electricidad que alimenta las radios que tanto molestan a Adorno es la misma que ilumina los interiores que presenta Picasso y es la misma que activa la bombilla que hace palpitar el celuloide en la pantalla de cine. La electricidad atraviesa el espacio y hace del interior un exterior, como en el Guernica. En el vértice superior del triángulo que organiza el cuadro hay una bombilla y una vela. El techo de la sala bombardeada es a la vez un cielo, un interior y un exterior. El cuadro, así, más que ningún otro de su época, ha tenido la capacidad de funcionar como signo y alegoría y como objeto más allá de la causa representada, quizás precisamente por esta composición formal. El Guernica se sigue usando como frontal de manifestaciones pacifistas. Se ha usado contra la guerra de Irak, contra la entrada en la OTAN, contra los bombardeos en Siria. Se ha usado contra todo, pero no parece haber podido frenar nada.
Este mismo tapiz no es siempre visible en las retransmisiones televisivas de los mensajes de la ONU. Durante el discurso del norteamericano Colin Powell anunciando la guerra de Irak en 2003, no se hizo uso del tapiz como fondo, sino que se usó una cortina azul. Hay tantas versiones de esta historia como noticias sobre el tema. El Guernica, por cierto, también es relevante por tener la capacidad de contar varias historias en paralelo sobre un mismo hecho sin que ninguna de ellas deje de ser cierta.
Así, en 2009, la artista polaca Goshka Macuga colocó una réplica del cuadro en WhiteChapel, donde había estado en 1939 para recaudar fondos. Tras el cuadro, una gran cortina azul hacía referencia al hecho relatado sobre Colin Powell en la ONU.
- Sebastian Meyer. «Bomb» en War is not quiet. Welthassle (2016)
Esta es una grabación realizada por Sebastian Meyer en Ras Lanuf, Libia, en 2011.
Esa composición y esa idea de la que habla Meyer son muy interesantes para comprender hasta qué punto es importante el significado de la forma en la representación abstracta de un cuadro.
En esta cita, Picasso nos habla de su fijación con Los fusilamientos del 3 de mayo cuando, antes de haber decidido el tema del gran mural, se había decidido por usar la luz que usa Goya como un referente. Es posible que tuviese claro el tipo de alegoría que iba a producir y por eso el pintor, nos cuenta T. J. Clark, estaba preocupado por ser capaz de representar la muerte de manera abstracta del mismo modo en que, según él, Goya la había representado mediante la luz blanca del farol que domina el centro de Los fusilamientos.
La luz blanca de Los fusilamientos ilumina la escena, pero no de una manera naturalista, sino para representar la muerte. Y es la muerte y el terror, precisamente, lo que el historiador del arte dice que queda contenido con una proporción exacerbada en el cuadro de Picasso. Una luz no eléctrica domina el cuadro de Goya y una bombilla, el de Picasso. Un cielo incomprensiblemente negro en goya y un cielo que es un techo en Picasso. De nuevo, la relación del interior con el exterior medido por la luz eléctrica o la natural como forma de representar el terror.
La violencia contra las personas se sigue ejerciendo mediante bombas, balas y batallas declaradas, pero en los últimos 80 años se han desarrollado estrategias económicas para mantener la guerra eterna. En este estado de continua excepción y puestos a seguir los principios que aseguran la permanencia del cuadro en un lugar donde las libertades individuales sean respetadas, ¿se imaginan si el Guernica volviera a sus viajes? No ya fuera del Reina Sofía, ni el estado español, sino a un continuo éxodo contra la normalización del terror.